Leticia Morales; entre lo visible y lo invisible

Ramón Almela. Doctor en Artes Visuales

Leticia Morales. Instalación de la exposición "Manibus est corda". 2010
Escribía Adorno que "en las obras significativas, lo sensorial se convierte (Resplandeciendo desde su arte) en algo espiritual". Lo sensorial es eso visible que alcanzan a percibir los sentidos desplazándose por esa materialidad perceptible que es el color y la forma; materialidad, identificada como espacio real sensible, que deviene en algo espiritual como resultado de una acción
constructiva de la mente que percibe lo invisible. Es preciso señalar que aunque nos movemos y vivimos a partir de lo que vemos, lo hacemos en relación a lo que no vemos. En toda percepción, el referente permanece invisible a los ojos. Al contemplar algo, no se distinguen más que ciertos aspectos de lo observado en virtud de los cuales, infiero una totalidad que no está presente ante los ojos.

Pero la dialéctica entre lo visible y lo invisible no se agota en la relación entre los aspectos tangibles e intangibles, alcanzando a las dimensiones impalpables; esa aura sutil de lo invisible espiritual. Esa mirada hacia lo invisible que constituye en el fotógrafo invidente el componente que la mente produce: la imagen. Un reconocido pensador y creador, Evgen Bavcar, cuyas aportaciones han impulsado el reconocimiento de la actividad de los fotógrafos ciegos, recibirá su Doctorado Honoris Causa por parte de "17 Instituto
de Estudios Críticos". Dice Evgen que el mundo está ciego: "Hay imágenes de más, una especie de polución. Nadie puede ver nada. Es preciso atravesarlas para hallar las verdaderas imágenes" ("Iluminación a ciegas" en critic@rte, año 2001) Su quehacer intelectual también, creo, acentúa la atención en la exploración de lo inverso: la acción de mirar lo visible, viendo lo invisible.
Leticia Morales. "En sus manos está atado su corazón". Talavera y cobre
Esta dimensión de la dialéctica visual cuando se concentra en la obra pictórica puntualiza la ambigüedad de la imagen entre sus elementos denotativos y significativos, es decir, lo que la pintura muestra, lo que se ve de hecho, no se consuma en su materialidad plástica, si no en la tensión icónica entre lo visible y lo invisible a lo que esa representación apunta, y que la acción receptiva ilumina, visualizando lo invisible que sobrepasa la mera visión. Esta divergencia entre lo visto y lo invisible, que puede ser el original o lo etéreo de un sentir, se ha nombrado como la diferencia entre
Leticia Morales
Leticia Morales. "Balance y tejidos". 2010
el accidente y la sustancia, entre el fenómeno y la cosa en sí, entre el signo y el referente, o la presencia y la esencia. Pero no se puede saldar como una relación de correspondencia semiótica; debe ser contemplada como la operación visual de envergadura crucial en la representación pictórica, eso que da, como Adorno apuntaba, la clave en las obras significativas convirtiendo lo sensible en espiritual. Es eso que logra el artista en su ejecución sensible, que sobrepasa la simple e ingenua realización, al verter eso invisible en lo visible. Y es eso mismo que en la mirada sensible se produce infundiendo una vibración en la acción perceptiva de lo invisible a través de lo visible por parte de una apreciación artística educada.
Este es el campo de juego de la imaginación, un campo de juego fructífero que se desenvuelve con los recursos tangibles de la pintura originando la imagen indescifrable que sentimos al observar la propuesta visual, que nos remite a ese algo invisible que se nos hace visible a través de la obra pictórica.
Por años, Leticia Morales ha perseguido ese intangible, esa dimensión espiritual, involucrándose en el arte como mediación hacia lo Absoluto, rebasando la esfera consciente y racional. Lo reafirma en su exposición "Manibus est corda" (La mano es el corazón), que se expone en varias salas del Museo Universitario de la BUAP en la 2 Norte # 2, Centro
Histórico, con un texto sobre el muro de Antoine de Saint-Exupéry: "Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos".
En sus obras pictóricas de la serie "Pictografías", desarrolladas hacia el año 2005, se apreciaba la constancia de una combinación entre dos planos visuales, uno de orden simbólico y otro de orden real, enfatizados a lo largo de un eje horizontal o vertical. Entre ellos desplegaba un discurso de atmósferas de color y trazos gráficos con los que se mantenía en su zona de confort anclada a su pasado plástico. Anotaba entonces en mi comentario: "Un trazo destacado central fracciona el
cuadro en dos partes significativas que se mantienen en la serie sin colapsar, pareciendo indicar una tensión ideológica que tenderá a quebrarse o unirse en su evolución artística" ("Leticia Morales y Rosa Parrilla. Lo visual y espiritual") eso se ha decantado en esta propuesta de los que algunos elementos, también, se anticipaban con la tendencia a objetualizar el cuadro despegándolo del muro, adquiriendo la pintura un sentido de espacio real.
La constante investigación emprendida desde entonces con una introspección personal, evolucionando tanto formal como conceptualmente, ha impulsado en sus obras una coherencia y solidez de planteamiento que sostiene su mensaje plástico donde este "invisible", lo esencial, es demarcado y apuntado a través de la sensualidad visual, sonora y espacial de las imágenes y la construcción de la instalación. A través de la incorporación de las sombras proyectadas y los hilos de cobre extiende las piezas pictóricas más allá de su realidad perceptible involucrando al espacio
Leticia Morales.
Leticia Morales. "Hilando II". Mixta sobre tela 2010
Todo gira en la exposición de su obra en torno al hilo como línea que vincula realidades distintas. A lo largo de estos años intuyó en las vivencias de la niñez la conciencia plástica que lo textil otorga a su sensibilidad artística: el entrelazado, la trama y el tejido... Había crecido en una fábrica de textiles en Puebla y sus recuerdos están repletos de esta figura que se transforma en una metáfora de la humanidad y su espiritualidad, y para bordar aún más la propuesta, el espacio físico de la muestra –El museo universitario- sirvió de residencia a la familia cuando era niña.
Un laberinto de hilos se desmadeja de cuatro esferas situadas a la entrada del edificio extendiéndose por los balcones y el patio como introducción a una serie de ambientes en varias salas donde imágenes bidimensionales son respuesta y apelación visual a las estructuras lineales que se sobreponen o rebasan la superficie. Una cadencia sonora se expande en las salas: el sonido de extrañas campanillas, grabación del chasquido producido por el choque calórico del aire al extraer una cerámica del horno. Este rumor apacible junto a la predominante blancura contribuye a
Leticia Morales. "Tramando". Mixta sobre tela
Leticia Morales. "Hilos". Mixta sobre tela
instaurar un efecto espacial que subyuga, disponiendo al espectador a reflexionar sobre la proyección y la realidad, percibiendo imágenes resultado de la luz proyectada que remiten al objeto exento. Se descubre lo visible en la urdimbre que divide y forma el espacio como nuestros vínculos e hilos de la experiencia conforman nuestra realidad, que a su vez determinan nuestra existencia. Esta existencia que es percibida de modo estrecho cuando sólo se atiende los planos manifiestos representados por esos lienzos, que en su abstracción pintada remiten a otras realidades invisibles.
Leticia Morales. "Tejidos con luz". Acrílico y alambre
Leticia Morales reafirma su espiritualidad en el esfuerzo de plasmar a través de lo tangible plástico las dimensiones impalpables que percibe, los hilos que unen las situaciones, las fuerzas que animan la existencia. Su exposición-instalación apunta a experimentar lo sublime escondido en los aspectos desapercibidos de la experiencia, y que sobrepasa nuestras limitaciones humanas.
Publicado el 18 de Julio de 2010