El gusto por las letras... o el placer de la ignorancia

Joquín Ríos Martínez. (cuestionarte@hotmail.com)
Diplomado en Administración de las Artes, y en Gestión Cultural
http://achtli05.blogspot.com

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Joaquín Rios KINO "Tu Cuerpo Marchito"
Instalación efímera en 4 Norte y Palafox
Hace unos cuantos días escuché salir de la mismísima boca de uno de nuestros ilustres poetas, ídolo de quinceañeras y con alma de párvulo, que no importaba qué material leyeran los mexicanos. El chiste era que ya habíamos podido rebasar ese tope infausto que por años fue el del libro y medio por habitante en materia de lectura.

Lo deje hablar pues para qué refutar disertación tan ingeniosa. Después de todo, la Unión de Naciones para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) sigue ubicando a México muy por debajo de la media internacional en cuanto a lectura por placer, ya que su recomendación es leer un promedio de 25 libros al año por habitante.

En nuestro país, las cifras ciertamente crecieron poco más de un punto (o sea un libro extra) a partir de una reciente encuesta mandada a hacer por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) la cual reveló que de 1.7 libros pasamos a leer 2.9 cada año por habitante. Sin embargo y como toda encuesta tiene su truco que habría que exponer.

No dudo de la calidad de la encuesta en metodología y resultados (aunque muy escasa para la cantidad de mexicanos, tan sólo 4 mil 57 cuestionarios) y sí del maquillaje que el gobierno federal pudo haber aplicado, además de la tramposa pregunta de todo se vale.

Calidad en la lectura

Así pues, en el cuestionario se aceptó que entraran a la suma textos de dudosa calidad como el Libro vaquero, Cómicas, revistas del corazón, libros de texto y hasta manuales e instructivos. Es así que se incrementó más de un punto porcentual en la medida que se respondió sí a la pregunta de haber leído algo en la semana anterior. Ese tipo de fomento a la lectura no indica que se leerá con los años literatura.

Ya incluso la especialista en lenguaje y alfabetización Judith Calman criticó que la encuesta no define qué es la lectura, los referentes sociales y la preparación de los encuestados. Por supuesto no es lo mismo disfrutar de leer un libro etiquetado como literatura que mirar una leyenda de uso sentado en el escusado.

La recopilación de datos hecha por la Universidad Autónoma de México (UNAM) justamente hace un año, se realizó en 29 estados de la República y abarcó a los mayores de 12 años. Es así que el 29.4 por ciento dijo que lee dos horas o menos a la semana (cuando lo ideal serían dos horas al día); La principal razón para tomar la lectura –confesaron- es la de obtener información, según el 24.5 por ciento y sólo el 16 por ciento lo hace por gusto y crecimiento personal.

Otro dato interesante es que sólo una tercera parte de la población entrevistada lee un libro al año, mientras que el 4.2 por ciento lee más de 10 libros en el mismo periodo.

¿Falta de tiempo?

Allí mismo se dice que 4 de cada diez mexicanos leen revistas; Las más socorridas son las de espectáculos y las femeninas, 74 por ciento lee cómicas y 14 por ciento las de trama erótica. Siguiendo los desalentadores datos la encuesta menciona que el 69 por ciento de la población no lee por falta de tiempo, cuatro de cada 10 mexicanos mayores de doce años nunca han entrado a una biblioteca. Los libros que más se leen son los escolares con el 73.6 por ciento; 50 por ciento de literatura en general y 15 los libros relacionados al trabajo personal.

Para la vergüenza nacional comento que Japón, Noruega, Finlandia y Canadá tienen una población que lee en promedio 47 libros de literatura mundial por habitante.

Si como Sara Bermúdez, creer que aumentando en una encuesta las revistas cómicas y los cuentitos eróticos el mexicano avanza, nuestro poeta querrá aumentar las etiquetas de uso de shampoo, lava trastes y teléfonos móviles para entonces sí admitir que el proyecto "Hacia un país de lectores" ha sido todo un éxito y cómo no.

En defensa de la Universidad del Claustro

Hace muchos años, entre las paredes de La Universidad del Claustro de Sor Juana primera institución de educación superior en tener licenciaturas relacionadas con el arte, desde la administración, la difusión o la ejecución, definí mi vocación de promotor de arte y cultura nacional.

En la década de los ochenta estudié y trabajé proyectos relacionados con la instalación y los montajes de arte objeto, el video y la poesía en sus pasillos y patios. En los noventa tomé un amplio diplomado en administración de las Artes, con Armando Chibras, única persona que tenía en México un postgrado en Administración de las Artes, director de orquesta sinfónica recién desempacado de Canadá.

Los artistas veinteañeros exponíamos en las galerías de Polanco y buscábamos espacios donde no se comprometiera ni prostituyera la venta. La libertad era bandera y la censura reiterada. Entonces Carmen López Portillo, rectora de la Universidad pidió (con esa influencia que le caracterizó) un edificio para las promesas que vivíamos fuera del presupuesto y que denostábamos el sistema de becas.

Hoy, aunque no se ha hecho público, se sabe que el excelentísimo Fox quiere donar el edificio a la iglesia católica. El edificio fue expropiado en 1979 parar restaurar y difundir la obra de sor Juana y la educación cultural. No al término de casi tres décadas de enseñanza artística, espacio de debate y creación.

Publicado el 7 de Noviembre de 2006