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La cuestión de qué es la crítica es una cuestión muy genérica, que a veces da como siempre esa salida fácil etimológica en que la crítica es la búsqueda de criterio, y es la necesidad de una toma de posición, de una decisión en medio del análisis de un conjunto de fenómenos, en este caso el fenómeno tan multidimensional que es el fenómeno artístico. Y también, a veces, uno tira de la tan socorrida afirmación baudeleriana que la crítica tiene que ser parcial, apasionada y política.
..........Bueno, más allá de esas dos salidas, la etimológica y la de la cita socorrida, estaría en cierto sentido la básica: la crítica es un modo de un discurso que tiene distintas formas de institucionalización, y es un discurso que tiene un vocabulario que se ha ido forjando históricamente desde Diderot hasta la contemporaneidad y que ha tenido momentos esplendorosos, y que en cierta medida ha sido como la otra cara de la historia del arte o que ha estado siempre en ese espacio intermedio entre la estética, la filosofía del arte y la historia del arte ateniéndose a lo que sucede en el presente y con el afán de dar a conocer o de acercarse al intento de difundir los productos y las obras de arte en el campo de la sociedad y el espacio del presente.
..........Yo creo que esa dimensión presentificadora y divulgadora y ese insertarse con lo que pase, e incluso esa dimensión de rapidez, de vértigo, urgencia, marca la crítica, y la marca como una escritura que tiene que tener un componente ágil y que tiene que tener una dimensión de riesgo que exige del crítico una posición que, yo subrayaría, que es una posición fundamentalmente de preocuparse, más que por las cuestiones metafísicas o por las cuestiones histórico estilísticas, plantearse una dimensión, que es la dimensión de la escritura.
..........Creo que el carácter importante de un crítico es que sea alguien que tenga talento como escritor, y que sea capaz por medio de su escritura suscitar o por lo menos convocar el placer de lo que ha visto en las obras de arte, y que también tome posición con respecto a lo que sucede, que no sea un mero comentarista, un mero periodista que se dedica meramente a reseñar lo que sucede, que no sea una pura descripción. Que tampoco en mi opinión- trate de ser alguien que se dirija al común de los mortales como una especie de público masivo y al mismo tiempo anónimo, sino que vaya buscando discriminar su propio público. Creo que los mejores críticos de arte son aquellos que excluyen e incluyen al mismo tiempo, es decir aquellos que por su modo de escribir y comportarse son capaces de escapar de la atonalidad o la ausencia de matizaciones y que son capaces de decir lo que piensan que, finalmente, es el imperativo de la crítica. Es decir, la crítica ha tenido una dimensión funesta que es el “medraje”. El momento donde el crítico de arte ha tenido únicamente por intención ponerlo todo bien o tratar de hablar de una manera absolutamente superficial y anodina de todas las cosas para escalar o medrar en el campo institucional del arte para conseguir comisariados, para conseguir catálogos, para poder introducirse en los ámbitos profesionales, dentro de los museos, o para tener buenos contactos con una galería, o para conseguir que le hagan regalos de un tipo o de otro.
..........Y sin embargo, pienso que la función apasionante de la crítica es otra, es la dimensión en la que uno no está ni haciendo regalos, ni esperando los mismos ni esperando dádivas, sino que actúa como un francotirador, como alguien que interrumpe el sentido común y que trata de perturbar el statu quo, que trata de buscar cierto trastrocamiento de la sensibilidad, que también se da cuenta que en el mundo de la institución artística hay una gran dimensión de artificiosidad y de teatralidad y de falso oropel. Y tiene también a veces el papel de ese niño que da cuenta que lo que finalmente estamos elogiando es la pura desnudez y es la completa banalidad y la vacuidad sin asideros, y trata de provocarnos o de, por medio del discurso, provocar otra forma de reflexión, otra forma de meditación.
..........También creo que la tarea de la crítica es la de ofrecer una cartografía reflexiva amplia en la que a partir del caso de lo que se está analizando se traten de establecer conexiones y por lo menos el lector a partir de esa crítica se abra y sea capaz de entender cómo esa exposición, ese artista, ese movimiento, aquello que está siendo comentado tiene que ver con otros fenómenos artísticos, tiene que ver con su propia época. Que también sea capaz de hablar de las connotaciones sociopolíticas, económicas, estratégicas, y tácticas que están detrás de esa propia exposición y que supere la propia dimensión formalista y de mera exposición del curriculum.
..........Y que también, por supuesto, que trate de liberarse, en la medida de lo posible, de una perspectiva poetizadora donde únicamente uno haga una especie como de canto en torno a la propia exposición. Que también no sea la mera mala conciencia, ni una actitud puramente flagelante con el afán de epatar al artista, al galerista, a los lectores, sino que trate de ser afilada, ácida y al mismo tiempo ecuánime. Y que sea capaz de desmantelar los mitos del presente, que sea capaz de pinchar las burbujas especulativo-artísticas, pero que trate también de buscar, en buena medida, ese campo conflictivo de discusión teórica que es lo que se espera de un crítico; que sea capaz de insertarse ahí, y que sea capaz de sacar la cabeza por encima del pantanal de lo escrito en los periódicos o de lo que aparece en medio de la publicidad de las revistas, y de aquello que es puramente la pomada. En este sentido, la crítica no es estar en la pomada de la institución artística, sino un intento de establecer una pequeña brecha, un pequeño cortocircuito.
..........El final de la crítica anunciado y que está en trance de desaparición es una pantomima patética en el tono apocalíptico permanente: La crítica no termina de terminar….. Pienso que la crítica no sólo no ha desparecido sino que pienso que no debiera desaparecer. Tiene que desplegarse y tiene que ejercitarse y la época tiene un imperativo categórico y es una necesidad de la crítica, y no sólo de la crítica de arte. Es una época en la que, en cierta medida, se nos está haciendo comulgar con ruedas de molino, en todo… frente a ese discurso de los comunicólogos o de los tertulianos, estaría las armas de la crítica, y en vez de emplear tantas páginas, tantas revistas, tantos titulares y tanto tiempo de hablar de la ineptitud, de la impericia, de la inoperancia de la crítica, lo que habría que hacer es desplegarla. Otra cosa diferente es que haya una cantidad importantísima de críticos que son, o somos, o serán, unos inútiles; eso va de suyo. Es decir, en todos los campos hay una cantidad de tuercebotas significativos; es decir, hay una cantidad de mala praxis en la medicina, que no creo que sea menor que la que hay en la crítica de arte. Hay una cantidad de abogados que son unos incapaces, y son incapaces de realizar el mínimo ejercicio discursivo en defensa de los imputados en un juicio. Y hay una cantidad de conductores que cometen infracciones. Y hay una cantidad de comisarios que hacen exposiciones que no hay por dónde cogerlas. Por lo tanto, el que haya unas malas prácticas, o haya gente de una ineptitud absolutamente mayúscula no quiere decir que el ejercicio discursivo de la crítica tenga de suyo que desaparecer.
..........Yo creo que es importante que haya una práctica más radical, intensa y articulada de la crítica de arte. Yo creo que hoy en día hay hasta una reclamación y hasta una exigencia por parte de los jóvenes teóricos y de la gente que se está formando en hacer crítica de otra manera, y hacerla con nuevas herramientas y en hacerla con más intensidad y emplear los espacios que hoy tenemos a nuestra disposición, como los espacios que ofrecen las nuevas tecnologías, y los espacios que ofrecen las viejas tecnologías, y aprender a escribir y hablar y aprender a intervenir críticamente de una forma sólida y de una forma eficaz y de una forma intensa.
..........Confío todavía en que la herramienta de la crítica tiene algún sentido, porque si no… ¿Para qué lo estaría haciendo? Porque realmente la crítica de arte no es uno de los campos que esté más pagado. No es un campo para hacerte millonario. Ni es un campo sino eres, digo, un “medrador” que te va a dar una fama absoluta, ni que va a hacer que aparezcas en las revistas del corazón, ni va hacer que la gente te de abrazos. Si eres un crítico de arte y cumples con tu tarea y dices lo que piensas, te vas a llevar mal con mucha gente y habrá bastante gente que esté más deseando que no acudas a unos sitios a que vayas. Y si no eres un “salonieer” y estás dispuesto a participar de todas las ceremonias y de estar ahí tomando canapés y dando palmadas en las espaldas, pues hasta te van a considerar al final como a un gilipollas integral y hasta vas a acabar siendo alguien que te van a poner en una diana para tirarte a la cara. Y yo aseguro una cosa... esa posibilidad que también da la crítica de arte de mostrar cuáles son tus opiniones y darlas argumentando y haciendo, al mismo tiempo, que se genere una cierta controversia con respecto a lo que dices, pues tiene que ser un juego en el que aceptes el “toma y daca”, en el que aceptes que igual que tú das unas opiniones contundentes pues los artistas, también al mismo tiempo, te van a responder con modales igual de contundentes que tú tienes. Y otros críticos van a establecer una dialéctica respecto a ti. Y vas a generar gente que, con respecto a tu opinión, entre en cierta sintonía, y otra gente que piense que simplemente eres un majadero y que no sabes de lo que hablas. Pero es que se está interviniendo en un terreno en el que las cosas están francamente en llamas y en fricción, y están en conflicto, que es el presente. Y estás hablando de una exposición que se acaba de inaugurar, que se acaba de montar, de un evento que acaba de ser puesto en marcha. Por lo tanto, no tienes esa garantía de todos aquellos que dicen es que no tengo la suficiente distancia, y ni te estás solamente amparando en la Historia, y ni quieres hacer solamente una labor taxidérmica; quieres intervenir en tu época. Por lo tanto, esa dimensión, vuelvo a Baudelaire, parcial, apasionada y política, es una intervención en el presente.
..........¿Cuál es el futuro de la crítica? El futuro de la crítica es el presente; y por eso tiene más presente que futuro. Es decir, la crítica de arte,... creo que todo aquel que escribe no está pensando en su futuro, o en el futuro de la crítica. La crítica que escribiste la semana pasada… es una crítica que va a perder su impacto cinco minutos después de que la persona que la leyó haya terminado de leerla. Pero en algunos casos, esas críticas, esos textos, van a formar parte de la fortuna crítica del artista y se van a volver a leer.
..........Esa tradición de escritura (de la crítica de arte publicada) es una tradición fascinante porque uno ve ahí la presión y la urgencia de la época, del momento y la sensación de inestabilidad e incertidumbre y la necesidad de intervenir. Y esa necesidad de intervenir lleva a que uno, cuando echa la vista atrás sobre eso parece que fuera Orfeo, como si todo aquello que dijo estuviera desapareciendo para siempre en el Infierno. Pero, también, cuando uno se introduce, uno ahí ve que hay momentos en el que se estaban diciendo cosas lúcidas, en los que se estaban realizando propuestas importantes. Por lo tanto, yo sigo siendo un lector de crítica de arte y me sigo leyendo la crítica con interés. Me interesa muchas veces leer a críticos con los que no estoy nada de acuerdo. Es decir, habitualmente he localizado más aquellos con los que mis desacuerdos son mayores que mis afinidades y me encanta leerlos para tratar de comprender cómo analizan ellos las obras de arte, y para tratar de ver sus particulares perspectivas, y para establecer mi posicionamiento con respecto a ellos, y para generar un debate honesto, y para generar una controversia cultural que tenga un poco de hondura y un poco de solidez.
..........¿Qué es lo que habría si no tuviéramos crítica de arte? No entendiendo la crítica de arte como un paradigma cerrado sino como un paradigma en mutación que tiene que ver con la forma en la que cada época es capaz de escribir sobre lo que está sucediendo en ella desde múltiples puntos de vista ¿Qué es lo que tendríamos? ¿La pura mediación? ¿La gestión del arte pura y dura? Esa especie de mediación donde todo sería agencias de generación de exposiciones, el mundo curatorial. Pues hay que decir, ese mundo no me interesa nada como único sistema para que el arte se difunda. Porque ese mundo de marketing curatorial, de merchandising y de gestión, me parece un mundo sencillamente abominable; es el mundo contra el que yo he tratado de trabajar. He participado de él. ¡Cómo no! No soy el rey de la pureza, ni de la pureza greenbergiana, ni la pureza profesional. Al contrario. Me he metido en harinas y en terrenos cenagosos y pantanosos...
..........Lo que tengo claro es que el único imperativo del crítico es hacer lo que cree que tiene que hacer; una especie de imperativo categórico moral que es autónomo, que no tiene una dependencia heterónoma, pero que al mismo tiempo tiene en cuenta el contexto y la sociedad y la época en la que se establece y en la que se mueve.
..........La crítica es un ejercicio de escritura apasionada que tiene todo el presente para sí, que tiene que evitar, en mi modesta opinión, trascendentalismos y ser tremendamente pretenciosa pero no por ello carecer de ambición. Hay que tratar de ser una cartografía de la época, y tiene que tratar de ser en cierta medida un modo de evitar los lugares comunes, los clichés, las manifestaciones estereotipadas, el vademécum de la banalidad, es decir la homogeneización, esa especie de conceptos de cajones de sastre donde todo cabe y nada se matiza. Y por tanto, la crítica tiene que buscar precisión, tiene que buscar rigor, tiene que, buscando precisión y rigor no perder de vista su dimensión comunicativa, es decir el comunicar cosas y comunicarse con gente. Y también ¿Por qué no? Y como último rasgo: no evitar la dimensión también humorística si ésta es pertinente. No tiene por que ser el imperio del aburrimiento y de la sosería, del acartonamiento académico, sino que en muchos momentos tiene que buscar esa sal humorística y ese toque sarcástico que reblandece y, digamos, socaba toda pretensión institucional. Yo creo que esa dimensión chistosa e incluso anecdótica es buena para la crítica. Decía D´Ors que hay momentos en los que la anécdota se convierte en categoría. Yo creo que la crítica de arte tiene esa capacidad para partir de lo concreto para a veces llegar a lo conceptual y categórico, a lo más abstracto. Yo creo que, a veces, a través de la dimensión de pequeños ejemplos y de estudio de caso que la crítica plantea. A veces, leyendo una serie de críticas que han aparecido en un suplemento cultural o en una revista, resulta que uno se da cuenta de que hablan de unos artistas, de unas exposiciones, o de unas obras, pero que están hablando de la época, que están hablando de lo que sucede… Esa capacidad conectiva, esa capacidad de establecer analogías, de establecer referencias que tiene la crítica, es algo que yo busco desde hace tiempo, y lo busco en los otros críticos que me interesa leer, y lo trato de plantear en mis propios textos.
..........Bueno. Cada uno tienes sus modelos. Para mí la crítica de arte tiene ese fondo baudeleriano, pero también es que pienso que cuando meditamos que en la historia de la crítica de arte y en la historia de la crítica cultural, por decir un solo nombre está el nombre de Walter Benjamín como alguien que estaba preocupado no solamente por el presente, sino también por la propia historia de la Modernidad y por el despertar de nuestra época como una época que está atrapada por el fetichismo de mercancía. Pues, tal vez, ese proyecto crítico que ha arrancado con Baudelaire y que continúa con Benjamín y que llega hasta nosotros, pues, es un proyecto que puede ser rescatado y que por tanto, aquellos que están entregados a la tarea de llevar la palabra a espalda, de llevar la palabra al hombro y anunciarnos un funeral, pues a lo mejor lo que tienen que hacer es darse cuenta que este funeral es por el cadáver equivocado. Aquí no están enterrando la crítica, sino que a lo mejor están enterrando, o digamos están flagelando, sus deseos culpables o están haciendo ajustes de cuentas con respecto a su falta de interés por esta práctica de escritura…. Porque anunciar tantas veces que algo ha terminado, sino termina es que el que está equivocado eres tú.
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