Gestación de mi obra artística

Ramón Almela. Doctor en Artes Visuales

Almela pintando un boceto del natural en 1986
Cruzar la frontera de un nuevo siglo impulsa la reconsideración del proceso de mi obra artística, a ahondar en la epistemología seguida y que condujo mi obra hasta la situación de hoy y, de paso, afirmar mi identidad como artista en esta ciudad pues si algo constantemente he hecho en estos pasados 23 años, ha sido construir mi lenguaje artístico. Enseñanza, retratos, artes marciales, restauración, crítica de arte, cualquiera de estas actividades ejercidas son sólo facetas de las posibilidades e intereses personales. Antes era conocido en Puebla como retratista, después más conocido como crítico de arte, o profesor, cuando mi impulso nuclear proviene siempre de ser artista plástico que sostiene cualquiera de las otras actividades por las que uno a veces llega a ser más celebrado.
Almela dibujando un paisaje en 1977
Un análisis retrospectivo supone una actitud mental especial en la acción de revisar, clasificar y seleccionar los productos de arte de estos años. Las vivencias ocurridas en los tiempos considerados se agolpan de manera intensa en el repaso de los acontecimientos. De manera sincrónica reaparecen las vivencias al contacto de la obra. Curiosamente, mientras preparaba este texto recibí un correo electrónico desde Madrid. Una persona del pasado, un profesor de la academia donde empecé a enseñar cuando aún me encontraba en el último año de Bellas Artes, y que había encontrado mi página de la revista critic@rte en internet desde España, reconoció mi nombre y me escribió. Además de estar reviviendo recuerdos con la obra me encontré, simultáneamente, compendiando 20 años en un escrito para responderle.

Esto es lo que también constituye mi revisión retrospectiva, pero relatado con las imágenes que acompañaron mis vivencias y que gestaron el lenguaje plástico. En las Galerías del Palacio Municipal, el Jueves 15 de Marzo, inauguro una selección de dibujos, pinturas, bocetos y fotografías que examinan los diferentes periodos por los que he transcurrido en 23 años de trayectoria artística. En esta exposición se revelan por primera vez las obras con las que ahondaba en mi lenguaje y después volcaba en piezas de mayor tamaño que ahora se encuentran en diferentes colecciones de Europa, USA, Brasil y México.
En una de las clases de Bellas Artes de Madrid en 1980
La muestra "De la academia a la pictotridimensión" se expande desde el inicio en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid en 1977, con el dibujo de examen de ingreso que tan sólo aprobaban 60 de 800 presentados, hasta las últimas obras del 2000 que denomino "Pictotridimensiones" que es el término que acuñé en la tesis doctoral para referirme a las obras que se hallan entre las dimensiones de la pintura y las tres dimensiones de la escultura.

Lo que destaca en esta exploración es el ingente trabajo puesto en una esforzada investigación en busca de los signos de identidad de mi obra, y el que nunca me sometí a modas imperantes en el arte. Esa fue la desdicha y mi virtud, pues esto me permitió proseguir con libertad mi aventura desde la demanda de mi interior. Buscaba esos elementos que caracterizarán mi estilo indagando mi interioridad. Después me percataría que la consecución de estilo no era el fin, el objetivo estaba en el proceso mismo.
Pintando un caballo en la montaña en 1986
Fui atravesando etapas realistas, con contenido social en los temas, derivando hacia una fuerte expresión de color donde la representación fidedigna fue sustituida por la visión emocional para la que el paisaje supuso el trampolín de entrada. Una vez liberado de ataduras realistas me embarqué en la sensibilidad "modernista" de producción matérica de trazo sígnico abstracto que me llevó hacia una síntesis constructiva entre romántica y geométrica.

En esta etapa constructivista apareció mi necesidad de escribir, de transcribir pensamientos escritos al campo pictórico. Breves líneas poéticas que acompañaban la composición fueron incorporadas con sutileza hasta que poco a poco mis propias confesiones en prosa se extendieron en la superficie inundando completamente la obra. Llegando a un definitivo periodo en el que el trazo de la brocha parecía ser constituido por el propio texto. El texto escrito se convertía en la propia obra contenida en el campo de color: La "Poeticografía".
En la mesa de trabajo entre libros en 1982
Las sucesos de un periodo anacrónico de servicio militar, a los 27 años cuando ya me encontraba dirigiendo mi propia academia "Artetaller", produjeron la perturbación de mi rutina vital y provocaron cambios sustanciales en el lenguaje pictórico y la grafía empleada. Al concluir este periodo vital inicié una renovación tratando de responder a la insatisfacción que la superficie pictórica me suponía. Necesité salir de los límites que el formato pictórico imponía. Los laterales de las obras fueron expandiéndose de manera irregular a lo que luego se añadiría la incorporación del vacío dentro de la superficie y el propio marco de la obra de un modo heterodoxo. Las obras eran testimonio narrativo de mis acontecimientos cotidianos. Fueron dos años de tanteos hasta que se formó una serie de obras que denominé "Pictoespacio". Estas obras desafiaban la distinción de los géneros tradicionales de la pintura y la escultura estableciéndose ambiguamente entre ellos cuando en Madrid predominaba la recuperación de la pintura-pintura impulsada por teorías neoexpresionistas. Insatisfecho y convencido de mis propuestas tomé la decisión de trasladarme a Nueva York y desarrollar mi lenguaje en un nuevo ámbito creativo.
Frente a "En el marco constitucional" en la galería Quorum en 1984
Después de un periodo intermedio de reconsideraciones, construcciones y destrucciones afectado por lo que supone vivir en esa compleja ciudad de New York, donde realicé mi investigación doctoral, comienza a forjarse una línea de obras de dinamismo estructural y en las que el escrito formaba parte integral como tipografía evocadora de sentido. Finalmente, una importante galería acogió mis obras en New York. Los bocetos de donde surgían las obras llevaban por lo general una creación autorreflexiva escrita que comienza a independizarse para cuando, siguiendo esa línea pictotridimensional y con mayor síntesis, construyo mis últimas obras en Puebla en el año 2000.
Junto a "Construcción pictoespacial" en 1985
La práctica artística actual se encamina a una producción inmaterial de sentido y los parámetros del trabajo artístico contemporáneo se dirigen a la interioridad y la idiosincrasia del artista. Creo que construir una obra congruente con la etapa histórica en la que vivo me exige proseguir escuchando las señales que atisbo en mi interior que se tornan hacia una visión crítica de lo obsoleto y una valorización significativa de los objetos con los que interaccionamos revalorizando la comunicación escrita en esta época donde desaparece el escrito epistolar-carta entre las personas sustituido por el texto sin cuidado del "e-mail".