A mitad de la sombra inconmensurable, una vez más siento tu divinidad penetrando en cada una de mis células. No puedo imaginarme un placer más grande que el experimentado cuando mi ser amado penetra mi cuerpo. Placer inacabable cuando deseas entrar en mí; no ofrezco ninguna resistencia. Mi vagina íntegramente humedecida. Mi corazón totalmente vacío. No hay pensamientos, recuerdos, problemas, nada. No soy sino carne abierta. Mi corazón, mi sexo, mis ganas, todo está abierto. En ese instante iluminas el interior de mi caverna con la potencia de miles de soles. Experimentando luego un temblor inmenso, me das pruebas de tu fuerza incontenible en medio de una explosión de inconmensurable placer.
Entre las sombras somos la verdad pura, la hora perfecta de la bendita unión. En la dualidad luz-sombra entras profundamente hasta mi plexo solar para depositar tu tesoro, mi trofeo. Viertes tu saliva que como lava, quema mi ombligo, mi vientre, todo mi cuerpo entero. Entrecierro los ojos para escuchar el canto de tu poesía y sentir en mi piel la frescura de tus caricias prodigadas en mi cuerpo.
Nunca amé con tal vehemencia.