No recuerdo cuándo fue que verte me pusiera nerviosa, cuándo fue que esperarte me sonrojara y fuera suficiente para emocionarme. Yo creo que esa fue una de las causas de mi colitis: saber que voy a verte me pone sumamente emocionada y feliz.

Por eso, para la cita del jueves traté de conservar la calma. Desde temprano me levanté e hice mis cosas con la mayor laxitud posible. Para ponerme romántica decidí ver Drácula (La de Francis Ford Copola). Me encanta ver cómo ese cabrón vampiro se da su tiempo para enamorarla, para besarla. Me gusta oír los diálogos entre ellos y cómo describe los océanos de tiempo que ha tenido que atravesar para encontrarla, también el vestuario me pone la piel chinita; definitivamente tiene su magia y verla es como si visitara a un viejo amigo.

Después, tomé un baño largo, meticuloso, depilándome suavemente, dejando que el vapor me relajara hasta que mi piel estuvo tersa y lista para salir. Me tomé con calma el asunto de secarme y de vestirme, de perfumarme y cepillarme el pelo, maquillarme con delicadeza, casi con morbo y tratar de estar lo más tranquila posible para esperar tu arribo. Después, cuando te vi no pude evitar el hecho de sonrojarme y ponerme nerviosa. A veces tengo cosas que decirte, pero cuando veo tus ojos se me olvidan. Te beso y no pienso en nada más. Me envuelvo en tus brazos y me pierdo totalmente en ellos. Te acaricio y te hago el amor en un estado de profunda reverencia. Te amo con un leve matiz de sumisión. Sí, de sumisión porque todo lo que me pides lo hago. Todo lo que quieras te lo doy, y todo lo que yo hago para que estés feliz es poco. No me permitiría lastimarte, ni soportaría que algo te dañe. Cuando veo tus ojos cerrados en un estado de perfecta castidad me doy cuenta que no quiero que nada te toque, que nada te lastime; es como si fueras fragilidad perfecta y te inyectara vida sólida con mis labios, revivirte con ellos, sacarte de tu sopor.

Por eso, mi querido niño, creo que me ha dado colitis y lentitud mental. El jueves debí prender velas para iluminar nuestra desnudez, y ni siquiera pude recordar que las llevaba.  Aquí están, a la espera de ser prendidas.

Ansiedad Iluminada; el origen de mi colitis
Texto: Fabiola Villa
atc@criticarte.com
Publicado el 26 de Febrero de 2012