Tu voz sólo hace que mi deseo de palpar tu cuerpo entregado a mis caricias se incremente. La visión de una noche que cabalga entre nuestros sueños compartidos es hipnótica. Una noche donde tus besos no se acaben, donde mi cuerpo se erice por tu pasión, una noche donde tu fuerza se extienda por cada rincón de mi intimidad, donde tu boca se apodere de mi alma.

Esos besos apasionados de tus labios que se desbordan como mis dedos sinuosos discurriendo por tu cintura, por tu espalda, marcando surcos de placer, explorando las rutas de tu pasión que despierta como mi ansia al descorrer tu ropa, al abrir tus barreras, anticipando descubrir una piel entregada al alcance de mi mano. Así surgen tus senos, al alcance de mis dedos que se retuercen por la fuerza de mi deseo.

Embestidas de mi mente que tu cuerpo absorbe mientras mi vista se baña de tu piel descubierta, esa piel que en tus dedos se vuelve terciopelo sobre mi cuerpo cuando lo acaricias con la eternidad de tus palabras ardientes y tus manos deseosas.

Sujeta mi cuerpo a tus senos que voluptuosos se mecen por mi rostro. Mis manos se hacen fruta jugosa en tus formas, se abren y se desparraman sin control por las superficies luminosas de tus muslos, de tu vientre que palpita olas de amor incontenible que busca el precipicio por donde me arrojo.

Al alcance de mi mano
Ramón Almela
atc@criticarte.com
Publicado el 18 de Abril de 2010