The Brown Bunny

Marco Morales. Maestro en Estética (artehoysintesis@yahoo.com.mx)

Es posible adquirir, en formato DVD, la película escrita, dirigida, producida y actuada por Vincent Gallo -quien además hace de camarógrafo- , The brown bunny (El conejito café; Sony Pictures Home Entertainment, Estados Unidos, 2005). Una película "road movie", que como otras de su género resultan en un viaje introspectivo para alguno de sus personajes.

Bud Clay (Vincent Gallo) corre en motocicletas de pista. Pierde la carrera con la que inicia la película. Ha sido vencido y se nota claramente en la secuencia que sigue quitándose la ropa, guardando su motocicleta en la parte trasera de su vagoneta, al ritmo de jazz pero, también, se encuentra desesperanzado, desesperado. Se hace evidente en su rostro pidiéndole, a una desconocida, que lo acompañe a su destino final, Los Ángeles. De nada sirve que ella acepte. En la primera oportunidad que Bud tiene, la deja. Han transcurrido apenas unos minutos y el director ya ha planteado lo principal de su argumento: La desolación de Bud y su imposibilidad de relacionarse con las mujeres.

Cartel de la película "The Brown Bunny"
Algo le sucede a Bud Clay; así es, ese recorrido hacia Los Ángeles se presenta como eterno. La película transcurre, aparentemente, con lentitud mostrando un cambio constante de paisajes y, a través de ellos reforzando esa sensación de añoranza, de desamparo, ahora en la periferia de las ciudades, en lo desértico de los paisajes, que no se repiten. Es la sensación que no desaparece y esa imposibilidad que lo paraliza que va de la tristeza al enojo. Todo con una espléndida fotografía y con música que refuerzan esas sensaciones así como, también, la certeza de la intención artística del director sobre todo cuando toma esa planicie blanca, salina, para perderse con su motocicleta. No puede más.
Vincente Gallo y Chloe Sevigny en sus papeles de Bud y Daisy
En el camino se encuentra con un par de conejitos cafés, es el recuerdo de su amada, del hijo que no nació. Parece que hubo un tiempo donde relacionarse con mujeres era posible, no ahora: una imposibilidad que lleva a otra. No puede olvidar. Parece atrapado en el recuerdo, y eso es lo que lo vuelve un deshabilitado emocional. No es el único, la madre de Daisy (Chloe Sevigny), su amada, carece prácticamente de memoria ¡Qué mejor! Es el adormecimiento total de los sentidos. No sabe que le ha sucedido a su hija.
Con pulcritud, el director logra transmitir las sensaciones ya enumeradas. Pareciera que finalmente la película trata de las devastaciones que pueden ser causadas por la memoria, por el recuerdo, por la perdida del ser amado, por lo irrecuperable del mismo. Y ante esto lo insoportable que resulta el remordimiento causado por la falta de acción, lo irrecuperable del tiempo, que es más claro en presencia de la muerte. Esto resulta un problema conocido en occidente. Vincent Gallo nos lo recuerda en esta película.
El director, como he dicho líneas atrás, tiene intenciones claramente artísticas. Es evidente en la fotografía de la película, en la música que se escucha en ciertas escenas que, aunque no es mucha, es suficiente para la misma, con una propuesta de movimientos de cámara. Sin embargo, a pesar de todo, me parece, que transmite hábilmente todas esas sensaciones al espectador. El patetismo de Bud, incapaz de trascender su sufrimiento, no logra, tal como él, vencer al tiempo y a su propia mediocridad. Se queda como una película bien lograda que no trasciende lo plano, tal como el sufrimiento del personaje principal tendido en la cama llorando por su amada.
Publicado el 6 de Agosto de 2006