Puebla, Ciudad Contemporánea y Patrimonio de la Humanidad.

Ramón Almela. Doctor en Artes Visuales

Puebla Antigua vista desde el barrio de Analco
El hecho que este año Puebla sea la sede del Coloquio de las Ciudades Patrimonio Mundial de la Humanidad responsabilizó a sus dirigentes por cuidar la imagen de la ciudad en un rescate y adecuación del legado histórico del Centro Histórico, el mejoramiento arquitectónico de gran cantidad de inmuebles, aunque sólo sea el aspecto exterior de ellos. Desde 1987, cuando la UNESCO declaró a Puebla Patrimonio Cultural de la Humanidad, ningún gobierno ha puesto verdadero interés en rehabilitar integralmente el centro de la ciudad. El deterioro y degradación de los inmuebles y fachadas es alarmante y penoso. La falta de protección urbanística de las fachadas origina un abandono y agresión continua de los inquilinos residentes que descuidan por completo el aspecto y conjunto del edificio. Además, muchas casas son abandonadas y lentamente la naturaleza inexorablemente las retoma convirtiéndolos en ruinas y desecho. El esfuerzo se ha puesto. Hay que seguir trabajando a favor de una cultura arquitectónica y urbanística. Teniendo cercanas las elecciones de nuevo ayuntamiento hay que demandar de los planes de los candidatos cómo contemplan la recuperación del Centro Histórico para vivienda con un diseño urbano acorde con las necesidades humanas del peatón en convivencia con la circulación y estacionamiento de los vehículos.
Vista antigua de la Calle 16 de Septiembre en Puebla
Pero Puebla ya no es sólo el centro histórico. El trazado regular de la ciudad en forma de red y la nomenclatura de números pares y nones, norte y sur, facilitaba la orientación gracias a la identificación de la imagen de los barrios con una característica social y urbanística. Puebla permaneció estancada emplazada en su realidad provincial. El intenso crecimiento de la ciudad, provocado por la migración desde la sierra y la Ciudad de México con el temblor, impulsó el crecimiento desmesurado y anárquico de la mancha urbana de la ciudad expandiéndose de manera desorganizada las áreas residenciales sin adecuados planes de infraestructura y transporte.
Vista antigua de la Avd. 3 Oriente en Puebla
Una cultura de preservación requiere también, necesariamente, entender la dinámica plena de la ciudad. La realidad de una Puebla metropolitana de áreas conurbadas se impone. La ciudad necesita una ordenación. Y una ordenación que no sólo atienda al complejo urbanístico sino a la estructuración visual. Organizar la imagen de la ciudad acorde a un sistema legible, fácil de reconocer sus partes en una pauta coherente a través de sus calles, sus límites, sus barrios, sus nodos y puntos de referencia. La ciudad necesita de la coordinación de las distintas estructuras. Apunta Rudolf Arnheim que "El desorden no es la ausencia de todo orden, sino más bien el choque de órdenes no coordinados". La gestión de la ciudad con una visión amplia, contemporánea, capaz de mantener el legado histórico y saber organizar las distintas tendencias y grupos sociales en un todo viviente y estético. David Laguna en un artículo "La ciudad oscura" en el periódico Reforma (1 Agosto, 01) señala que para unos la ciudad es espejo de la desilusión y degradación del medio y que para otros es la promesa de la redención del hombre por la tecnología. Existen dos fuerzas enfrentadas en el planteamiento de lo urbano. Hay que resaltar que la ciudad es un proceso vivo. Para que se mantenga y desarrolle una ciudad se necesita el antagonismo y la contradicción, es decir, aquello que constituye la naturaleza y el mecanismo mismo de la energía viva. La belleza de la ciudad aparecerá en la coordinación de esos órdenes. La ciudad, además, es un lugar simbólico; constituye un lugar viviente de interacción. Es en la interacción de los espacios dinámicos de vivencia que surge la belleza. Siguiendo a Alfonso López Quintás, la belleza no es una cualidad estática, sino un modo de esplendor que surge en el fenómeno del encuentro de ámbitos creados. La estructura y función de una comunidad son interdependientes. La mente toma forma en la ciudad, y su vez, las formas urbanas condicionan la mente.
Vista actual de una calle de Puebla
Hay que abordar la estética y belleza como componentes de la situación contemporánea de la ciudad. Lo estético se unifica con lo artístico en la cultura moderna. Ya disueltos los sistemas estéticos decimonónicos se destaca la fragmentación y la arbitrariedad como elementos primordiales de la cultura posmoderna. La ciudad llega a ser la expresión sígnica de una cultura. La ciudad actual por necesidad se compone de fragmentos yuxtapuestos. Entonces ¿Cómo habilitar una ciudad a la vista de nuestras vivencias actuales? ¿Cómo organizar la ciudad bajo las nuevas y contradictorias condiciones? ¿Cómo dirigir el crecimiento y la aglomeración de un modo armónico y bello? ¿De qué manera la ciudad puede funcionar como objeto de contemplación estética, y al mismo tiempo útil como lugar para vivir?
Vista de la calle Reforma en Puebla
La orientación y circulación en la ciudad es uno de los elementos esenciales en la vivencia urbana que se enlaza con la estética. Los elementos de referencia influyen para la adecuada orientación del ciudadano en la ciudad y es resultado de la imagen del paisaje urbano, el escenario físico. Las sendas y vías de circulación que carecen de fin y comienzo provocan confusión. La homogeneidad y falta de identificación de las grandes áreas urbanas no contribuyen a la facilidad de orientación en la ciudad. El sistema de nomenclatura de números se ha mostrado excedido por el crecimiento desordenado y sigue usándose sin tener utilidad. Asimismo, el ciudadano necesita de anclajes referenciales y el diseño urbano debería proveerlos. De este modo aparece la propia cultura urbana denominando los grandes cruceros con los nombres de tiendas comerciales de referencia. La situación de crecimiento de Puebla ha estimulado buscar soluciones en el desarrollo urbano sobre problemas no anticipados. Un ejemplo es el diseño de crucero "inteligente" del área de Angelópolis con el circuito donde se decidió crear la torre del Milenio. Todos los que vimos erigir ese desatino estético, aunque útil como referencia, pensamos sobre la inadecuación estética de esa construcción metálica. Enmendar errores sale caro, pero los responsables de las áreas deberán poner atención a la gestión urbana desde este punto de vista, al tiempo que se preserva el funcionamiento de un Centro Histórico revitalizado como vivienda y no tan sólo como centro de compras. Puebla crece y adquiere protagonismos e importancia. Es tiempo de aprovechar estas circunstancias para promover una planeación adecuada.
Catedral de Puebla