Tu vientre femenino abre la dimensión de mis sensaciones. Repasando tu ombligo, mi vista navega de sur a norte, mis dedos viajan como duendes escondiéndose y surgiendo inesperadamente en los terrenos prohibidos que se allanan y se revelan a mi mirar. Finalmente te contemplo en tu hermosa desnudez recién descubierta.

Quiero abarcarte por completo. Los ojos no bastan. Las manos se llenan de tus formas. La fuerza de tu abrazo se apodera de mi cuerpo en silencio, jadeante, desesperante. Tu amargo y tenso deseo reprimido, alimentado en las noches secretas, avivado en tus sueños se derrama por mi cuello que vibra con tus labios húmedos y tus dedos fríos que me hacen arder por dentro. Tu energía femenina llena el mundo que se detiene a nuestro alrededor. La luz de tu sonrisa invade mi cerebro. Tu felicidad estalla en una apertura incontenible con tus brazos al aire y tus pechos desnudos.

Tu espalda se aferra y presiona mi pecho. Diviso a través de tus hombros las pendientes de tu cuerpo. Me enredo en el olor de tu pelo, en el aroma de tus pechos entre los que ascienden mis dedos que se mueven hasta tu cuello, hasta tus labios que se abren como tus muslos delgados y tersos meciéndose al ritmo de tus caderas que reciben mis manos amables que buscan tu vientre femenino.
Tu vientre femenino
Ramón Almela
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