La noche negra se ha deslizado junto al oscuro chocolate, el fuerte y sabroso cacao que impregna el tiempo de los sueños. Sensaciones de soledad son acompañadas por el sabor de las onzas dulces y densas, que extienden tus caricias, tu ofrecimiento callado y ausente, tormento entre sábanas que aspiran a tu olor y sólo encuentran el vacío.

Esta noche, mi imaginación trae tu silueta delgada, tu sonrisa en la oscuridad de mi sabor en el que me deleito con el trozo de chocolate, en esa pieza de ti que puedo besar, extenderme con mis dedos sobre tu cuerpo fuerte que se enreda bajo mis brazos. El aroma de chocolate inunda mi boca; Es el sabor de tu pecho excitado, el gusto de tu piel descubierta en la penumbra y que contemplo como al ángel que llegó a mi alcoba.

Sobre mi cama te siento sonriente y enérgica como la fuerza de ese chocolate, como la fuerza del abrazo que siempre me dejas, como la mano que se atraviesa por mi cuerpo encendiendo toda la oscuridad. Sabes que nada detendrá el río caliente derretido que te cubre, la leche de este chocolate que has dejado en el interior de mi corazón. Tu cuerpo se estremece en la completa oscuridad cuando tanteo tus formas calientes, ardientes, que tiemblan entre el susurro de las caricias sobre tus pechos, de los besos sobre tus muslos, de mis dedos en tu sexo oscuro como el chocolate.
Oscuro chocolate
Ramón Almela
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