Tu cuerpo me busca
¿Qué desear cuando la distancia se hace densa como un vacío sin final? Rodearse de unas caricias que dan forma a ese cuerpo delgado y misterioso que anhela ser descubierto y abierto al ritmo del baile, del movimiento de la energía que fluye con la pasión que desbordan nuestras manos.

Tu cuerpo me busca. Se aproxima insistente, atrevido y ansioso. Descorro esos lazos que me inhiben, desato las cuerdas que me atenazan y mis manos se deslizan por tu vientre como un aire nuevo deslizándose por tu piel, rodeando tu cintura mientras mis dedos se encienden con el calor que escondes. Encuentro el origen oculto que destapo, la fuerza ardiente entre tus piernas que encienden mis manos.

La humedad que despides no apaga el fuego que nos prende y se extiende hasta tus pechos que ahora poseo frente a mí, entre mis manos, comprobando su tersura maravillosa, leyendo tus curvas. Apretándote y estrechándote contra mí puedo sentir tu abrazo fuerte. Tus manos que persiguen mi desnudez excitan mi piel abriendo mi ropa y dibujando mis músculos. Tus manos se agarran a mi espalda, desesperadas. Mis manos se agarran a tus glúteos desesperadas. La esencia apasionada se desliza entre nuestros sexos ávidos y plenos de una sensación alocada de atracción y resistencia. Resistencia que nuestros pantalones ofrecen y que nos detiene, pero no impide caricias y roces entre tus piernas y las mías.
Ramón Almela
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